Aquest mes els joves treballarem la humilitat a través de tres contes. Us els deixem per anar reflexionant....
EL LEÓN Y EL RATÓN
Después
de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando
se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir de su madriguera
y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la
ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo
despertó. Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al
ratón entre sus garras y dijo dando un rugido:
-¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a
comerte para que aprendáis la lección!-
El
ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando:
-
Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas te estaré
eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me necesites
–
-
¡Ja, ja, ja! – se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué
forma va a ayudarme? ¡No me hagas reír!
Pero
el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y
su valentía, le dejó marchar.
Unos
días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos terribles
rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles.
Rápidamente
corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se encontró allí al león, que
había quedado atrapado en una red. El ratón, decidido a pagar su deuda, le
dijo:
-
No te preocupes, yo te salvaré.
Y
el león, sin pensarlo le contestó:
-
Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo.
El
ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león,
y el león pudo salvarse. El ratón le dijo:
-
Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidos.
El
león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los dos
fueron amigos para siempre.
EL ROBLE Y LA HIEDRA
Un hombre construyó una casa y la embelleció con
un jardín. En el centro del jardín plantó un roble.
Este roble creció
lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en
tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas. Junto a la pared de la
casa se plantó una hiedra. La hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los
días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la
pared.
Al cabo de cinco años la
hiedra ya caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.
-
¿Cómo estás, amigo roble?, – preguntó una mañana la hiedra.
-
Bien, mi amiga – contestó el roble.
-
Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura, – dijo la
hiedra con ironía.
-
Desde aquí se ve todo tan distinto.
-
A veces me da pena verte siempre allá abajo en el jardín.
-
No te burles, amiga, – respondió el roble.
-
Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con
firmeza.
Entonces la hiedra lanzó
una carcajada burlona.
El tiempo siguió su
marcha. El roble creció con su ritmo firme y lento. Las paredes de la casa
envejecieron. Y un día una fuerte tormenta sacudió la casa y su jardín. Fue una
noche terrible. El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La
hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha
fue dura y prolongada.
Al amanecer, el dueño de
la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la
pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el
hombre arrancó la hiedra, y la quemó.
LA CARRERA DEL CARACOL
-¡Buenos, días, señoras y señores caracoles! ¡Les
habla Mac Caracola, su comentarista favorito, desde el gran estadio de
carreras de caracoles, el huerto de lechugas de la tía Pepa! Hoy nos espera una
jornada inolvidable, donde el gran Caracolisto tratará de batir por quinta vez
su récord mundial de velocidad...
Los participantes se dirigen hacia la salida, ¡y
comienza la carrera!...
Como siempre, Caracolisto toma unos
centímetros de ventaja y continúa distanciándose de sus perseguidores... su
progresión es espectacular, ha tardado menos de diez minutos en recorrer el
primer metro y se dirige a cruzar la línea de meta en solitario... ¡un momento!
¿qué es eso?!
- ¡Atención, señores espectadores!, les habla el servicio de emergencias por la megafonía... ¡Tenemos una emergencia, un pájaro ha entrado en el huerto de la tía Pepa! Corran todos a esconderse bajo la hoja de la lechuga más cercana... repetimos, ¡corran a esconderse bajo la hoja de lechuga más cercana!
-Ssshhhh.......hola espectadores,
soy Mac Caracola, retransmitiendo
en susurros la emergencia, en directo bajo una hoja de lechuga.
Prácticamente todos los caracoles están a salvo, pero ¡Caracolisto continúa en
la pista! Parece muy confiado en que su gran velocidad le permita escapar...
ahí le ven, saludando a las
cámaras con gesto sonriente, empeñado en batir su récord... ¡¡oh, no!! Señoras
y señores, ha ocurrido una gran
desgracia. Los increíbles reflejos y velocidad de Caracolisto no han
servido de nada para escapar de un pájaro que volaba a velocidad de vértigo. Es
una gran tragedia para el deporte caracolil. Aún podemos ver sobre nuestras
antenas cómo el pájaro lleva a nuestro campeón entre sus garras... ¡un momento,
lo ha dejado escapar! Caracolisto está cayendo... ¡increíble! ¡ha caído aquí mismo!
¡¡corre, corre campeón, ven a esconderte!!
¡Espectacular, amigos espectadores! nos hemos mantenido en silencio durante algunos minutos, pero han podido ver en riguroso directo la increíble aventura de Caracolisto y cómo por milímetros ha escapado de una muerte segura. ¡Enhorabuena, campeón! ¿Tienes alguna palabra para quienes nos están viendo?
¡Espectacular, amigos espectadores! nos hemos mantenido en silencio durante algunos minutos, pero han podido ver en riguroso directo la increíble aventura de Caracolisto y cómo por milímetros ha escapado de una muerte segura. ¡Enhorabuena, campeón! ¿Tienes alguna palabra para quienes nos están viendo?
- Sí amigo, Mac. Tengo un susto de muerte, y sólo por no haberme dado cuenta de que aunque fuera el más rápido
nunca podría igualar la velocidad de un pájaro. Menuda suerte he tenido,
la verdad, me he roto un poco el caparazón, pero… ¡he aprendido una buena
lección de humildad!
-Bien amigos, aquí termina nuestra retransmisión, esperamos que hayan disfrutado de este histórico momento, y
no olviden tomar .... ¡Lechugas Tomasa, de la huerta, a su casa!
EL CANGURO Y EL PINGÜINO
Había una vez un canguro que era
un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto
vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era
un pequeño pingüino, al que
su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguro se enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Este no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inicio. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, este había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.
MOLT BONES IDEES!
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